La gente más efectiva usa reglas simples

La simplificación es una estrategia que permite tomar decisiones para actuar de manera rápida y efectiva. En una gran variedad de situaciones, además, sirve para optimizar el tiempo y el esfuerzo porque al simplificar enfocamos la atención solamente en unas pocas reglas que funcionan como hoja de ruta en determinada circunstancia. Esta simplificación no es otra cosa más que reglas simples que podemos definir en diversas situaciones de la vida, los negocios, el trabajo, etc. De hecho, solemos usarlas más de lo que pensamos. Por ejemplo, cuando decides no revisar correos electrónicos antes de las 4pm o cuando decides no tomar café después de las 2pm, reglas simples como el tipo de ropa que usas para trabajar o el tiempo que dedicas al día para ejercitarte, son ejemplos de reglas simples que usas en el día a día y que incluso no eres totalmente consciente de ello. El punto es que, hay reglas que tienen un impacto enorme a la hora de tomar decisiones, de perseguir objetivos o de resolver problemas ¿Por qué? Porque el usarlas nos simplifica la vida y el trabajo, al mismo tiempo que nos permite actuar sin tener que pasar analizando horas y horas una determinada situación para finalmente tomar la decisión de qué camino seguir. 

En un mundo tan cambiante como en el que vivimos, la simplicidad juega un papel tan importante que puede marcar la diferencia en el proceso de adaptarnos a dichos cambios. De hecho, la simplicidad es una habilidad que debería formar parte de nuestro repertorio de herramientas para la vida y el trabajo. Un método para lograr esto es aprender a establecer reglas simples y sumamente prácticas adaptadas a cada situación. Estas reglas tienen el propósito de enfocar nuestra atención en lo que verdaderamente importa. Su efecto es letal porque eliminan el ruido cuando tenemos exceso de información o nos ayudan a tomar decisiones cuando la información es limitada e incompleta pues focalizan la experiencia hacia el lado correcto, aplicando ciertas pautas y patrones altamente efectivos. Obviamente, cada situación es diferente y, por lo tanto, deben establecerse reglas particulares para cada aplicación. Las reglas deben ser tan simples y claras como sea posible, así serán fáciles de recordar y nos servirán de guía sobre la marcha.

También lo recomendable es que sean de 3 a 5 reglas, pues mientras más reglas sean más difícil será recordarlas, además, en base a la práctica 3 reglas son suficientes para lograr avances significativos. Solamente 3 reglas bien definidas que sean: específicas, claras, concisas, y medibles.

Es fácil recordar un número limitado de reglas.

La clave está en definir reglas que tengan suficiente influencia en lo que queremos resolver o suficiente impacto en las decisiones que tomemos en el día a día. El tipo de reglas dependerá de la aplicación. Por ejemplo, las reglas pueden definirse para usarse como guía de: qué hacer, qué evitar hacer, qué acciones son más importantes, restringir cuándo hacerlo, definir el tipo de personas con quien debemos trabajar en determinada situación, o para aproximar la toma de decisiones en base a la información disponible.

Pero… ¿Cómo definir cada regla? El método es simple y consta de tres pasos:

PASO 1. Define qué es lo que quieres lograr. Sé tan específico como sea posible, ya que esto será la base para definir la regla que te moverá hacia tu objetivo.

PASO 2. Identifica los factores que realmente importan. Son esos factores, decisiones y/o acciones clave que realmente agregan valor a tu objetivo. Considera también que pueden existir obstáculos que, si no existieran o que si eliminaras, te harían avanzar sustancialmente hacia tu meta.

PASO 3. Escribe de manera breve de 1 a 3 reglas que contengan los factores anteriores. Estas reglas deben ser simples y fáciles de recordar. Sólo unas pocas reglas son necesarias para lograr avances importantes.

Por ejemplo, comúnmente solemos escuchar sobre la importancia de tener una buena alimentación, para llevar un estilo de vida saludable. Pero a veces se puede tornar complejo cuando comenzamos a llevar una dieta o cuando empezamos a contar calorías. Así que tener alguna regla (o reglas) que nos sirva de guía sería demasiado útil sobre todo si es fácil de recordar. Si este es el caso, entonces, podríamos definir la siguiente regla para mantener nuestro peso equilibrado: comer alimentos de buena calidad, pero no mucho, principalmente frutas y verduras.

Una regla como esta es específica, fácil de recordar y sumamente efectiva. Otra cosa que podrías agregar a lo anterior es incluir actividad física diaria (ir al gimnasio, caminar, correr… lo que más te guste o mejor se te acomode).  

Las reglas te fuerzan a enfocarte en lo más importante de cada situación en particular. Simplemente, porque te enfocas en los factores que más impacto tienen para lo que deseas lograr y puedes ignorar lo demás. Estos factores están relacionados con la definición de qué actividades o decisiones tienen mayor influencia en el resultado deseado. Por eso cada conjunto de reglas deben especialmente ser definidas considerando lo que queremos hacer, sobre una aplicación bien definida, decisión u objetivo a seguir.

Así de simple y poderoso. Con unas pocas pautas, y según sea la aplicación, puedes establecer brevemente y por escrito qué conducta o acciones tomar para alcanzar el resultado que buscas. 

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🙂

L.Mn.

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