Desde niños nos han enseñado que
trabajar duro nos lleva a vencer los obstáculos para obtener lo que buscamos.
Pero trabajar más duro no significa que sea la mejor opción, no es la solución
más propicia y óptima para nuestra gestión del tiempo, mucho menos para llevar
una vida integral… pues, aunque te puede llevar a obtener los resultados que
buscas, por lo regular, es un dilapidador de tiempo y recursos. Además, tiene
un tope en cuanto a la productividad y al logro de mejores resultados, ya que
más esfuerzo ocasiona saturación y estancamiento.
Trabajar duro nos ayuda a crear los hábitos necesarios para vencer las barreras, pero esto solamente es útil durante un tiempo. Una vez que obtenemos lo que queremos, entones, es momento de comenzar a hacer menos para poder expandir los resultados hacia otros niveles. Sólo debemos trabajar duro en esos pocos factores que nos llevarán a obtener el resultado inicial que buscamos. Posteriormente, para podernos expandir no es necesario seguir apostando por el trabajo duro, sino en delegar o multiplicar mediante otras personas. Es la manera correcta para desahogar tiempo y espacio en nuestra vida. Lo que sucede es de que el esfuerzo requerido para lograr un objetivo puede ser optimizado o minimizado si solamente nos enfocamos en los factores de mayor peso y, además, nos apoyamos en otras personas para maximizar el resultado con la menor cantidad de esfuerzo y en la menor cantidad de tiempo.
Por otro lado, SÍ hay
suficiente tiempo y recursos disponibles, la clave está en cómo usamos el
tiempo y los recursos para ponerlos a nuestro favor, al concentrar el esfuerzo
en las pocas cosas vitales. Pues poner el esfuerzo en ciertos lugares
proporciona mayor recompensa que en otros. Así mismo, poner esfuerzo en los
lugares más productivos y enfocarnos sólo en los factores de mayor impacto
según las circunstancias, nos harán avanzar con mayor rapidez. ¡¡Es un
desbalance práctico!!, para lograr los mejores resultados con el mínimo
esfuerzo y en el mínimo tiempo posible. De modo que esto nos conduzca a
un cambio de perspectiva tanto en el pensamiento como en la realidad, en donde
efectivamente logramos tener control sobre el tiempo y la abundancia
a través de la distribución de los recursos.
Los líderes minimalistas, debemos aprender el hábito de ser recompensados por hacer menos, y desaprender el hábito de ser recompensados por hacer más.
Creer que todo es importante representa un derroche de recursos, ignorar el hecho de que menos cosas es mejor que muchas, tiene un enorme efecto negativo en el uso del tiempo, porque lo que dejas de hacer a veces es tan importante como lo que haces. Hacer a un lado lo que no es importante te permite tener más espacio mental y físico. Mientras más nos ocupemos de la trivialidad menos tiempo e insatisfacción tendremos, en cambio, si sólo nos ocupáramos de lo vital tendríamos más tiempo, más recursos y mejores resultados. Por ejemplo, decir que NO a cualquier actividad que no agregue valor, es una decisión que por sí misma agrega valor a nuestra vida personal y profesional. Elegir lo mejor implica decir que NO a muchas opciones. Aunque algunas de ellas parezcan muy atractivas NO podemos ignorar el hecho de que no podemos hacer todo, no podemos elegir todo, y, por lo tanto, es importante siempre elegir sólo lo vital, únicamente esas pocas opciones que tengan el mayor impacto en lo que hacemos en el día a día.
Hay una gran diferencia entre estar ocupado y ser productivo. A veces falsamente creemos que es lo mismo, pero no lo es. Así que debemos de parar, hacer una pausa, y dejar a un lado esa mentalidad de estar “ocupado todo el tiempo”. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad repleta de falsas creencias, y redefinir qué realmente significa ser productivo. La productividad no se trata de hacer más, sino de hacer lo que es realmente importante. Esto significa poner el foco en nuestras prioridades. Cuando hacemos esto, nuestra perspectiva comienza a cambiar y con ello el pensamiento cambia al igual que comienza a cambiar nuestra realidad.
La productividad no se trata de hacer más, sino de hacer lo que es realmente importante.
Así que, de hoy en adelante,
todos los días pregúntate al comenzar tu día ¿qué estoy haciendo con mi tiempo?
¿cuál es el resultado más valioso que podría lograr con el uso de mi tiempo?
¿qué acciones me llevarán a mi punto más alto de contribución? ¿si hago qué
cosa obtendría mejores resultados? ¿por qué no estoy obteniendo los resultados
que busco y qué puedo cambiar? Recuerda que trabajar más duro no
necesariamente se traduce en mejores resultados, sino más bien, se trata
de poner ese trabajo duro en las actividades adecuadas… tener los hábitos
adecuados y ser disciplinado. 🙂
L.Mn.