Optimalismo

El optimalismo es el contraste del perfeccionismo. El perfeccionismo te hace ver tus sueños como un todo único, debes alcanzar el éxito en las diversas áreas de la vida, todo debe ser perfecto, los errores no son muy bien vistos, y te impulsa a trabajar ardua y obsesivamente en tus metas, haciendo que tu felicidad dependa de tus logros. En contraste, el optimalismo también trata de seguir tus sueños y alcanzar el éxito en todas las dimensiones más importantes de tu vida, con la gran diferencia que aceptas los errores como parte del crecimiento y del éxito, absorbes la retroalimentación negativa como una oportunidad de mejorar convirtiéndola en algo provechoso, donde el miedo al fracaso no te paraliza, se trata de tener la disciplina necesaria para alcanzar tus objetivos, significa diferenciar lo que es esencial en tu vida para incluirlo dentro de tus metas, que seas capaz de valorar cada pequeño avance y no sólo el resultado final; que tu felicidad no dependa simplemente del hecho de tener logros, sino de disfrutar el proceso y cada paso que das para alcanzar esos logros. Es poseer una mentalidad de mejora continua, aceptando la realidad tal como es, partiendo del hecho de que hay cosas que si podemos cambiar y otras que no. Además, mientras el perfeccionismo es estático y rígido, el optimalismo es dinámico y adaptable. El optimalismo finalmente es una versión suave y matizada del perfeccionismo, desde un punto óptimo y realista, es decir, no como una línea recta perfecta sino como una línea recta imperfecta. Es una manera emocionalmente sana de manejar nuestras expectativas desde una perspectiva optimista y realista. Simplemente es un perfeccionismo relajado y motivador.

El experto en psicología positiva y liderazgo de la Universidad de Harvard Tal Ben Shahar indica que dedicarle tiempo a actividades que no son importantes en nuestra vida, produce un desgaste tanto físico como mental y que al dejar de hacer esas cosas de poco valor para nuestra vida, nos permite usar ese tiempo en otras actividades que si agregan valor y que tienen un impacto positivo en nuestros niveles de felicidad, como las relaciones familiares, las buenas amistades, la salud, el desarrollo personal, el equilibrio mental, emocional y físico. Si consideramos que el tiempo es un recurso muy valioso, ser una persona optimalista significa entender que no todas las tareas tienen la misma importancia y por consiguiente no todas necesitan la misma cantidad de tiempo y esfuerzo. Hay actividades que podemos dejar de hacer o delegar, sin afectar el resultado. Muchas cosas de las que hacemos no es necesario realizarlas de manera perfecta, pero eso no significa que las haremos mal o de baja calidad, sino la idea es entender que cada actividad debe realizarse con un cierto nivel de calidad para cumplir con su función, y así de esta manera, tener más tiempo disponible para las cosas que son más importantes y que sí requieren más dedicación y apreciación. Es entender hasta qué nivel debemos invertir nuestros recursos para obtener lo que realmente queremos conseguir. Increíblemente, pensar y actuar de esta forma incrementa nuestros niveles de felicidad.

Te dejo un video bastante interesante de Tal Ben Shahar sobre la ciencia de la felicidad, donde se discute el aspecto negativo del perfeccionismo y la importancia de simplificar nuestra vida, entre otras cosas más.

L.Mn.