Tener tiempo por sí solo no es suficiente si no está acompañado de calidad del momento presente. El tiempo no debe de perderse sino de sacarse el máximo provecho de este, de hacer más con menos y mejor. El tiempo es lo más precioso que tenemos, podemos administrarlo y gestionarlo a fin de que nos reporte el mejor rendimiento para nuestros propios fines y asumir responsabilidad sobre lo que realmente es importante para nosotros, así invertir nuestro valioso recurso (tiempo) en ello. Ya lo señaló claramente Peter Drucker El tiempo es el recurso más escaso que tenemos; si no se administra, no se puede gestionar nada más… No podemos gestionar los recursos si no aprendemos a administrar nuestro tiempo. Lo que cuenta es lo que hacemos con él.
El minimalismo requiere de la simplificación, y simplificar, ayuda enormemente a gestionar el tiempo porque logramos tener una agenda priorizada y focalizada sólo en lo importante, además, logramos vivir con menos preocupaciones. Pues no vale la pena gastar el tiempo preocupándonos por actividades que son irrelevantes o por nuestras posesiones materiales, pues cuidar demasiadas pertenencias también absorbe el tiempo que podríamos usar en otras tareas. La opulencia y el materialismo no permite hacer espacio ni prestar más atención a las cosas que realmente nos dan satisfacción, sino todo lo contrario, nos distrae y consume nuestra energía. Al simplificar mejoramos el uso del tiempo y mejoramos la atención del momento. Incluso, después de simplificar, podemos ritualizar algunas actividades cotidianas para concederles un significado especial que les añada valor a cosas tan simples como tomar una taza de café. Los rituales convierten algo cotidiano en algo diferente porque le dan un toque personal, de significado y encanto. Una taza del café que te gusta por la mañana acompañada de 15 minutos de lectura positiva, con una pausa de reflexión y un respiro de gratitud, le da un sabor diferente al momento.
Vale la pena aprender a ritualizar las cosas que disfrutas, pues embellecer los actos más sencillos es vivir el presente y ayuda a desarrollar la atención plena, es lo que hace un día diferente y auténtico, porque posee un toque de lo que tú eres. Tomar té por la mañana, disfrutar el primer respiro fresco de la mañana y dedicar 5 minutos de nuestra vida a la gratitud, simplemente, hace que los días sean especiales. Estos actos tan sencillos le dan valor a tu tiempo, a tu vida; porque tu vida es tiempo, un tiempo que no regresará, que no se puede ahorrar, un tiempo que vale la pena usar, vivir, disfrutar… Un tiempo que te guste o no, tienes que gastar. Cuando le das valor al tiempo, entonces, es un momento de calidad que valió la pena, es un momento lleno de vida. Cuando hacemos buen uso de nuestro tiempo, se enriquece y se nutre la vida, comenzamos a fluir con naturalidad; como si todo encajara. Es el efecto de la simplificación, la organización y el orden, es el resultado de priorizar según nuestros mayores intereses, de manejar correctamente el tiempo y de llevar una vida intencional. Los rituales engrandecen los pequeños detalles que son importantes para nosotros, le dan valor al momento, ayudan a mitigar las presiones cotidianas. El buen uso y manejo del tiempo es principalmente una cuestión de conciencia.
La repetición crea el hábito, pero el ritual le da estilo, embellece la manera de hacer el hábito y nos motiva para consolidar la creación de este. Por ejemplo, ritualizar la escritura, significa diseñar y dar realidad al escenario, la iluminación y el lugar correcto que por alguna razón elegimos, la hora, la tinta y el papel que usamos, el café con el tueste y la preparación exacta a nuestro gusto…
Para apreciar más lo que nos rodea es necesario simplificar, ordenar y personalizar nuestra vida. En otras palabras, hacer a un lado lo innecesario. Tendrás más tiempo para ti, para vivir el presente, vivir con mayor intencionalidad, leer, cocinar, contemplar la vida, soñar, reflexionar, hacer planes que te lleven al lugar que deseas y tomar acciones en la dirección correcta. A quién no le gusta tener tiempo para vacacionar, compartir alguna experiencia con buena compañía, viajar ligero y vivir experiencias sin las fatigas que producen los excesos. El minimalismo nos ayuda definitivamente a hacer un mejor uso del tiempo, de nuestros recursos en general. Nos enseña de una manera simple a administrar y gestionar mejor nuestros recursos disponibles. Simplificar, organizar y ordenar… cada cosa tiene un lugar y debe estar en su lugar, el orden optimiza el tiempo y despeja la mente. El orden permite que la mente descanse, minimiza la distracción y maximiza la concentración.
Te invito a reflexionar sobre el uso de tu tiempo, en qué no deberías gastarlo, y después, piensa en tus valores, prioridades y en los hábitos que requieres para hacer un mejor uso de este precioso recurso.
L.Mn.