Necesitamos
poner más atención en nuestro consumo personal de energía, en la estrategia
para recargarnos de energía y en cómo gestionar el entorno energético personal.
Existen cinco pilares en los cuáles podemos sostener una estructura energética
saludable:
1) Hábitos
saludables.
2) Vivir
con propósito.
3) Interconectividad
social.
4) Consciencia.
5) Resiliencia.
Estos cinco pilares están
intrínsecamente relacionados y, trabajar en ellos paralelamente implica
gestionar la energía para proveernos del mayor impacto de vitalidad. Así que
incrementar cada uno de ellos significa no solamente elevar nuestro nivel de
energía sino también optimizar nuestro rendimiento físico y mental.
La consciencia es nuestra
mejor aliada para gestionar adecuadamente la energía personal. A menos que
reflexionemos sobre la marcha día a día momento a momento no podemos tomar acciones
intencionadas que nos aporten valor energéticamente. La acción intencional es
lo que da contexto al uso eficiente de la energía porque procesas la
información proveniente de tus experiencias para transformar esa información en
decisiones y acciones totalmente intencionales que te favorezcan
energéticamente. La consciencia debe sobreponerse intencionadamente sobre las
creencias y los hábitos. A lo largo del día reaccionamos automáticamente ante
nuestro entorno, así que, desarrollar nuestra consciencia e impulsar nuestros
hábitos nos ayudarán a movernos óptimamente en momentos de presión y de
saturación, ya que cuando estamos saturados el cerebro entra en modo automático
y quedamos gobernados por nuestro subconsciente (hábitos). De esta manera, la
eficiencia energética de nuestra reacción será dependiente de los hábitos y
creencias dominantes que habitan en nuestro cerebro. De aquí la clave ENTONCES
y consecuencia del cómo terminamos usando la energía personal.
Al elevar nuestro nivel de consciencia
podemos romper los paradigmas creados por las probabilidades y las tendencias,
podemos ver nuestra vida desde una perspectiva con mayor claridad libre
de prejuicios y egocentrismos. La consciencia nos permite tener una pausa entre
el estímulo y la reacción, nos da la oportunidad de tomar mejores decisiones.
De la consciencia surge la prudencia como consecuencia simplemente por
el hecho de ser conscientes sobre nuestros pensamientos, lo que sentimos y de
nuestro entorno. Cuando desacoplamos nuestro pensamiento de nuestras
experiencias, estamos en condiciones de ser intencionales en lo que pensamos y
por lo tanto podemos cambiar o alterar nuestras experiencias usando como puente
las emociones creadas por nuestros propios pensamientos. Así, de esta manera,
nos sentiremos menos exhaustos emocionalmente, intencionalmente más plenos y
con menos estrés.
Cuando vemos las situaciones con mayor claridad y objetividad somos menos reactivos y quedamos menos condicionados al pensamiento o a las emociones impulsivas, es decir, logramos mejor balance emocional y mejor estabilidad energética al focalizar la atención en el impacto y la efectividad. Existen tres estrategias recomendadas que al fusionarse dan buenos resultados:
1) Atención
plena. Estar conectado al presente evita que el pensamiento se desvíe de lo
que realmente queremos hacer, nos ayuda a desarrollar nuevos hábitos y evitamos
caer en los viejos malos hábitos. Vivimos con mayor intencionalidad al poner
más atención presente en lo que realmente importa… nos permite pasar del querer
al hacer, así sintonizamos en la misma frecuencia nuestros pensamientos,
emociones y comportamientos.
2) Reflexionar
sobre la marcha. Cuando hacemos una pausa y reflexionamos, nos volvemos más
conscientes del momento y de lo que estamos haciendo. Nos cuestionamos y si es
necesario corregir algo lo hacemos a tiempo y no al final. Sólo bastan unos
segundos para reflexionar y repetirlo continuamente durante el día… intervalos
cortos de tiempo, respirar, reflexionar y continuar lo que estamos
haciendo.
3) Conocerse
a sí mismo. Vivir nuestros valores y creencias es sumamente importante, y
esto, solamente se logra trabajando la consciencia. Es autoconocimiento de uno
mismo y ser conscientes de lo que sentimos. En la sociedad creamos un impacto
de mayor o menor magnitud, ya sea negativo o positivo… así que descubrir y
entender la reacción que producen nuestras acciones en las
personas que nos rodean como también en nuestra propia vida es una cuestión de consciencia
sobre el impacto que emanamos y de nuestra identidad.
La estabilidad energética y el
uso óptimo de la misma, debe, por ende, llevar elevados niveles de consciencia para
reprogramar nuestras creencias y hábitos de manera intencional.
L.Mn.