Gestión de la energía: Resiliencia  

Necesitamos poner más atención en nuestro consumo personal de energía, en la estrategia para recargarnos de energía y en cómo gestionar el entorno energético personal. Existen cinco pilares en los cuáles podemos sostener una estructura energética saludable:

1)    Hábitos saludables.

2)    Vivir con propósito.

3)    Interconectividad social.

4)    Consciencia.

5)    Resiliencia.

Estos cinco pilares están intrínsecamente relacionados y, trabajar en ellos paralelamente implica gestionar la energía para proveernos del mayor impacto de vitalidad. Así que incrementar cada uno de ellos significa no solamente elevar nuestro nivel de energía sino también optimizar nuestro rendimiento físico y mental.

“El ser humano no se preocupa por las cosas, sino por la manera en que las ve y el significado que les da.”

La resiliencia es parte de nuestra capacidad de adaptación al entorno (adversidad) y a situaciones (diversas) sociales. Conforme vamos construyendo nuestra propia resiliencia también vamos siendo más conscientes de la energía y de cómo la redireccionamos de manera positiva cuando nos enfrentamos a experiencias complejas. Ante una situación adversa, en lugar de sentirnos derrotados y drenados, lo que hacemos es transformar la situación (cambiándole el signo a la energía de negativo a positivo) lo cual nos permite recuperarnos físicamente más rápido y nos hace mentalmente fuertes para salir adelante.

Vivimos en un mundo HYPER hiperconectado, hiperdemandante, hipercompetitivo, hipercambiante… hoy el cambio es la norma y los retos son muchos. El ambiente es tan disruptivo que la complejidad de alguna situación nos obliga a distribuir nuestra energía de forma inteligente… a ver las cosas como un todo, examinando cómo encajan las partes entre sí y cómo se afectan mutuamente. Nos obliga a cuestionarnos el alcance de lo que queremos hacer, los tiempos y la calidad de lo que deseamos. Debemos saber qué tanta energía requerimos y qué está de más para quitarlo, para evitar derrochar energía en cosas innecesarias.

Definitivamente, en la actualidad, nuestros proyectos son más complejos, amplios (globales), se requieren nuevas habilidades, métodos y conocimientos, los tiempos son más agresivos y los resultados son energéticamente más demandantes. Así que el uso de la energía juega un papel fundamental y con ello también va requerido un alto nivel de resiliencia. Sí, es correcto, pues algunas investigaciones así lo señalan… las personas con altos niveles de resiliencia son más efectivas frente a situaciones complejas y demandantes, además de que presentan un mayor grado de motivación ante los retos. Entonces…

Aprovecha tu energía usando tu resiliencia. Aunque suene fácil, llevarlo a la práctica requiere esfuerzo y repetición; pues las situaciones difíciles producen, por naturaleza, altos niveles de estrés, tensión y ansiedad. Lo cual lógicamente impacta negativamente a nuestro performance y obviamente a la salud. Todo lo tóxico es agotador mentalmente y es veneno para el cuerpo. Así queee… veamos mejor los problemas como oportunidades para aprender y convertirnos en seres más hábiles, con nuevos conocimientos y sobre todo más fuertes; como lo hace un fisicoculturista al entrenar y levantar peso todos los días. Eso sí, hay que poner límites… masterizar la situación y luego parar.

En general, existen algunas formas de convertir la tensión en motivación, por ejemplo:

     Siempre se pueden obtener beneficios de cualquier situación compleja, si ponemos nuestra mente en tal frecuencia que veamos la adversidad como una oportunidad de crecimiento. Pon la atención en el crecimiento y éste se incrementa.

    Simplifica los problemas, divídelos en partes pequeñas y luego conéctalos para obtener un mejor resultado “el todo será más que la simple suma de sus partes individuales”.

   Sé mejor conforme vas progresando (una cosa a la vez) busca la constancia más no la perfección. Trabaja una cosa a la vez, enfócate sobre la mejor siguiente actividad; así, aseguras trabajo constante siempre con la mente y las manos enfocadas en las tareas que realmente agregan valor.

      Acepta la situación, pon tu atención en lo que sí puedes cambiar y concéntrate solamente en eso. Lo que no está en tus manos y no puedas cambiar, acéptalo y no pierdas tu tiempo ni te desgastes pensando en ello pues solamente produce conclusiones fatalistas y emociones negativas.

–   Recarga tu energía entre cada reto adverso de la vida, puedes usar el humor, hablar con otros para desahogar tu pensamiento y recibir retroalimentación desde otras perspectivas, respira profundo y reflexiona sobre la marcha… el fin es desconectarte, disipar la carga mental a la que has estado expuesto y reiniciar la mente, para no quedarte enganchado sobreanalizando la situación.

Sigue adelante, sé constante y no te rindas… 😉

L.Mn.