Necesitamos poner más atención en
nuestro consumo personal de energía, en la estrategia para recargarnos de
energía y en cómo gestionar el entorno energético personal. Existen cinco
pilares en los cuáles podemos sostener una estructura energética saludable:
1) Hábitos
saludables.
2) Vivir
con propósito.
3) Interconectividad
social.
4) Consciencia.
5) Resiliencia.
Estos cinco pilares están
intrínsecamente relacionados y, trabajar en ellos paralelamente implica
gestionar la energía para proveernos del mayor impacto de vitalidad. Así que
incrementar cada uno de ellos significa no solamente elevar nuestro nivel de
energía sino también optimizar nuestro rendimiento físico y mental.
Siempre
hay algo que nos mueve y nos lleva hacia algún lugar, llegamos a algún punto
porque algún tipo de energía nos movió hasta ahí. El propósito funciona
de la misma manera, es energía interna que nos mueve en alguna dirección y
varia de persona a persona. El propósito es relativo a cada persona y está
centrado en lo que somos… en lo que creemos, nuestros valores, talentos, en la
visión de cada uno. El propósito es esa extraña energía interna que nos mueve
cada día, nos llena de energía (inspiración) y crea influencia en nuestro
comportamiento. Vivir con un propósito claro le da sentido a la vida y mucho
significado.
“Cualquier persona que tenga un POR QUÉ para vivir siempre encontrará la manera de vencer el CÓMO y tendrá claro QUÉ hacer.”
Normalmente, cuando hacemos algo
que va en la misma frecuencia a nuestro propósito, se crea una explosión
interna de energía mental y corporal que nos mueve en la misma sintonía. Por
esta razón, por lo regular, las personas que viven con propósito están mejor posicionadas
ante cualquier eventualidad, complejidad e incertidumbre cotidiana, por lo
tanto, tienen mayor predisposición al éxito. También la gente que vive su
propósito personal tiene un mayor control de lo qué hace y de cómo
lo hace, lo cual expresa sus creencias y valores, plasman el sello personal de
su impacto en lo que hacen. Pues vivir con propósito le da más sentido a la
vida, te carga de energía, eleva tu calidad de vida e impacta positivamente tu
bienestar ya que vives con mayor plenitud, salud, felicidad y en un estado de
mayor sabiduría personal y comprensión sobre el entorno.
Así que como consecuencia de
llevar una vida alineada a nuestro propósito vivimos con mayor
compromiso y conectados al presente, al estar en el presente evitamos la
depresión y la ansiedad. Esto nos mantiene más activos física, mental y
socialmente, es decir, nos comportamos de una manera que promueve el bienestar,
descansamos mejor, cuidamos la nutrición, solemos tener actividad física, vivimos
con menos estrés, así como también logramos tener conexiones sociales con mayor
profundidad… trabajamos el fondo, no sólo la superficie. Y por
supuesto, todo esto impacta positivamente la autoestima. El propósito es
una fuente de energía que se convierte en una fuerza que nos mueve y nos
motiva. Por consiguiente, me gustaría mencionar que para crear esa energía que
intercambiamos por motivación, es necesario considerar tres cosas:
1) Descubre
tu propósito. La respuesta está dentro de nosotros, el propósito no es algo
que inventamos sino más bien lo descubrimos, existe dentro de nosotros mismos y
descubrirlo es parte de conocerse a sí mismo. Por lo regular, éste, está
fuertemente relacionado a tus fortalezas, valores, gustos y con todo aquello que
te conecta con los demás, eso que te mueve a dejar un legado en la sociedad.
2) Define
tu propósito. Declarar tu propósito como ya lo había mencionado
anteriormente en alguna otra publicación de este blog, es la intersección entre
talento, valores e impacto social. Siempre es bueno escribir una
declaración breve de nuestro propósito para tener claridad en
cómo aplicamos nuestro talento para lograr el impacto deseado que queremos
dejar en la sociedad.
3) Pasa
de la definición a la acción. Vive tu propósito y desarrolla tus
fortalezas, haz que con el paso del tiempo tu declaración de propósito coincida
con tu estilo de vida. Cambia tu manera de pensar, cambia lo que aprendes,
cambia tus acciones, tus hábitos, cambia el entorno (las personas con las que
convives y con las que trabajas, los lugares que frecuentas, los ambientes a
los que te expones, etc.) crea estrategias para lograrlo independientemente de
cuál sea tu situación… pero sobre todo sé intencional y vive deliberadamente.
Vivir con propósito es vivir
energéticamente activo. Esto nos da un mejor rendimiento del uso de la energía,
recargamos más rápido porque nos movemos motivados y con sentido.
L.Mn.